“Voy a vivir la vida”, “Será” y “Castillo Azul”, fueron las canciones que motivaron a la audiencia a dejarse envolver en una atmósfera impregnada de romanticismo e inspiración, para dejar mover las fibras más sensibles del cuerpo.
Muy afable y con esa caballerosidad que lo distingue, Montaner saludó a su público contemplando la bella luna de Durango ayer presente sobre el cielo estrellado, prometiendo una gran velada.
“¡Ta bueno el público… Qué bueno verlos hoy!”, exclamó emocionado el cantante, quien vino bien acompañado de un trío de sensuales coristas ataviadas de negro, extraordinarios instrumentistas y una peculiar y muy llamativa silla-banco de color rojo que en repetidas ocasiones utilizó para el descanso.
Después de una entretenida, cautivante y melancólica racha de grandes éxitos, de improviso la efervescencia tomaría por asalto la noche cuando se escucharon los primeros acordes de la esperada “Conga”, misma que además de ser coreada, fue bailada con intensa sabrosura por el público, que además de mostrarse con ganas de bailar con “candela”, hicieron trenecitos carnavalescos y otros más alzaron sus aplaudidores para convertir el recinto en una fiesta de alegría desbordante.
Le siguieron a la noche “Cachita”, con un cha cha chá sabroso y exquisito, y otros temas mágicos que sin duda, divirtieron a los presentes.
Después de la constante impetuosidad del ritmo, sobrevino la calma, dejando que la fórmula romántica nuevamente se dejara desplegar con énfasis con canciones del recuerdo como “Heridas de amor”, “A dónde va el amor”, “Sólo con un beso”, “Déjame llorar” y otras más recientes de su álbum “Viajero frecuente” como la conocida “Convénceme”.
Montaner de nueva cuenta convenció a la audiencia, y durante poco más de dos horas de espectáculo, refrendó el éxito que lo ha convertido en uno de los artistas latinos consentidos, que ha logrado vender más de 20 millones de discos durante más de 25 años de trayectoria.
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