RELATOS Y LEYENDAS DE MI PUEBLO.
No se puede decir que es fácil contactar este tour, pero después de varios intentos finalmente conseguimos la información, el tour se efectúa el primer fin de semana de cada mes, así que pacientemente esperamos dos semanas hasta el primer sábado 8 de Octubre, cuando medio emocionados nos fuimos a la Plaza de Armas de donde sale éste. Como llegamos temprano, tomamos algunas fotos de la Plaza, observamos un poco a la gente: en la Catedral una novia y su papá nervioso esperando que llegara el novio, saludamos algunos amigos, suave el ambiente y luego se nos ocurrió tomarnos un café y un pastelito de cien pesos en una esquina que no quiero acordarme para luego apresurados subirnos al autobús que nos llevaría al recorrido.
Una flor de pasiflora, un jarrito de barro, un folleto, unas letras de corridos, las introducciones de nuestras guías las Sras. Kuper Corral y Rocío Guerrero y vámonos .
Los participantes éramos de varios lados de la república: Torreón, el D.F., de Guadalajara, unos Americanos y varios durangueños; unos treinta en total. Mientras recorríamos la avenida 20 de Noviembre nos platicaban la leyenda de la Hacienda de Cacaria, de un pobre que por andar enamorando a la muchacha mas bonita, lo mete a la cárcel el patrón y después de esto y lo otro, acaba en la celda de castigo, donde por razones que hasta entonces no se sabían, todos los presos que ahí pasaban la noche, en la mañana salían fríos, total este pobre Juan con un sombrero y una velita logra ver que era un tremendo alacrán el que bajaba del techo y picaba a todos, lo atrapa y lo liberan de premio para según esto, quedarse con la muchacha, bonito final y también Interesante historia, pero a nosotros nos dejó viendo para arriba al techo del autobús buscando ver que caía.
Luego nos pidieron que cantáramos un muy desentonado corrido de Benjamín Argumedo al tiempo que nos indicaban donde lo habían fusilado, por ahí en la esquina de la calle de Apartado o ahora Miguel de Cervantes Saavedra y 20 Noviembre. La canción nos levantó el animo otra vez y en seguida nos echamos el corrido de Durango que no es por nada pero nos salió mucho mejor ya mas calientitos y todo; en eso estábamos cuando se nos indicó que ya habíamos llegado al Panteón de Oriente (1860) y bajamos del autobús.
Aquí en la puerta del cementerio entró al juego el jarrito de barro, pues en el nos dieron a probar un diríamos “caballito” de mezcal para agarrar valor, pues si los panteones de día dan cosa, pues de noche no se diga. Nos recibió Don Florencio el vigilante de la puerta, que junto con Doña Espanto te ponen a pensar en las más de 200 mil almas que han enterrado en él.
El recorrido adentro del panteón se centra en la sección más antigua y en las lápidas de tumbas que el Maestro Benigno Montoya y algunos de sus discípulos esculpieron. Lo bueno es que no había luna porque sino, hubiera estado mas tétrico el asunto, y después de uno que otro sustito nos fuimos por un camino de piedra, que marca lo que comprende el Museo de Arte Funerario. Nuestras guías nos fueron platicando e indicando los diferentes puntos atractivos del museo, ahora sí que las lápidas esculpidas por el Maestro.
A mí en verdad, no me mueve ninguna aguja esto de la esculpida, pero tengo que reconocer que aun cuando ya son viejísimas estas tumbas, todavía logra uno ver lo delicado de la mano del Maestro Montoya:
las expresiones de sus angelitos, los trazos de las flores, los pajaritos, todo tan bien hecho en cantera y mármol que no puedes mas que admirar su trabajo y obra.
Otra vez con el cuento del amor eterno y nos hacen cantar un canción de amor, digo no es por nada pero en el cementerio a las diez de la noche y nosotros cantando “cuando dos almas se quieren, por mas que se alejan, no se pueden nunca olvidar, por eso cuando yo muera, cielito lindo, nunca me dejes de amar“. Bueno para que les cuento, pero la piel de gallina era poco.
De regreso pasamos por el Templo del Sagrado Corazón y finalizamos otra vez en la Plaza en donde nos fuimos a ver “La Monja”. Para acabar de una vez por todas con la polémica de que si con la nueva iluminación de la Catedral se ve la monja o no, para todos aquellos negativos, siento desilusionarlos pero la Monja si se ve y muy bien. En el tercer cuerpo de la torre de la calle Juárez, viendo desde enfrente del hotel “Hostal de la Monja”, clarito se ve la silueta de la señora, porque aun cuando la mayoría de las monjas son señoritas esta era señora pues se enamoró de un francés y creo que hasta un niño iban a tener, total ahí está ella esperando que el capitán regrese, imagínense nada mas.
El tour está bueno y lo recomendamos, a mí, en lo particular el tema se me hace medio cursi, pero no podemos negar que todos nos reímos un buen rato, cantamos y nos la pasamos suave. De pasadita aprende uno algo de cultura, misma que a todos nos hace bien, además de que lo del Maestro Montoya es verdaderamente impresionante. Este tour se da nada mas los primeros viernes y sábados de cada mes y para contratarlo puedes hablar a los teléfonos 826 1613 y 826 0623.
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