miércoles, 10 de marzo de 2010

LOS MATACHINES DE DURANGO


LOS MATACHINES DE DURANGO.

Desde tiempos inmemorables la humanidad se ha expresado a través de la música y la danza, manifestación del sentimiento religioso y cultural de los pueblos. Antes del arribo de los españoles a lo que ahora es México, los grupos indígenas le bailaban a sus dioses según sus costumbres y tradiciones al ritmo del Huéhuetl y el Teponaztli (tambores de madera y cuero) imitando a los animales sagrados con movimientos de caderas y hombros, pero al llegar la conquista, los sacerdotes horrorizados con tan sugestivas temblorinas, prohíben las danzas de tambores por ser instrumentos del diablo e incorporan la religiosidad y espiritualidad de estas a las celebraciones cristianas en especial a la Virgen bailadas con instrumentos de cuerdas y recordando su tierra, Europa, las llaman danzas de Matachines.

La palabra al parecer de origen árabe como en “muttawajjihen” (parados frente a frente) en Europa se vuelve Mattaccino como lo indica Joan Corominas en su diccionario etimológico de la lengua española, “Matachín: Danzante popular, 1559, del italiano Mattaccino”, etc. etc. Las danzas de matachines en Europa usualmente eran danzas de conquista o de cristianos y moros o moriscas, mismas que repentinamente quizás por la Santa Inquisición se dejan de bailar en el Siglo XVII, pero en México apenas iban agarrando vuelo.

Aún cuando ahora las danzas pueden contar con más de trescientos integrantes, en su inicio bailaban de doce a diez y ocho participantes en una representación entre el bien y el mal usualmente con una doncella, uno o varios diablos o bufones, el monarca quien dirige la danza, el abuelo quien a latigazos pone el orden, los capitanes y danzantes. El vestido que también en un principio era sencillo de carrizos y plumas, proyecta una fusión de símbolos precolombinos y cristianos dando como resultado una vistosa y colorida vestimenta rematada con una máscara que esconde la identidad del danzante y un penacho con incrustaciones de espejos y listones de varios colores. Curiosamente en la transformación de la vestimenta, la cultura indígena del norte de América se ha logrado infiltrar y en las danzas de indios se representa a los Souix, Lacotas o Pies Negros con tanta autenticidad, que fácilmente se transporta uno a los “pow wows” de Pieles Rojas del viejo oeste.

Todavía entre los pueblos indígenas más tradicionales se danza a la fecha, con instrumentos de cuerda como el violín, arpa y una guitarra chiquita que se usa mucho por cantadores Huicholes y shamanes Tarahumara, también se usa la sonaja en la mano izquierda y una representación bastante vistosa de una flor o la fuerza del bien en la derecha, cabe mencionar que el uso de un arco pequeño con una flecha llamada “Danza de Arco” al parecer es originaria de Durango, pero lo más curioso es que en las danzas de matachines urbanos se ha regresado al ritmo un tanto primitivo e hipnotizante del tambor de cuero contando cada grupo con varios de ellos, a tal grado que durante la última parte de Noviembre y hasta el doce de Diciembre, los tambores retumban en todas las calles de muchas colonias de toda la ciudad, en especial el 11 de diciembre cuando los grupos honran a la Virgen de Guadalupe (la Coronación) y se cierran las calles para esta ceremonia donde además las señoras preparan la reliquia que se reparte entre los devotos, vecinos y familiares.

En Durango como en todo México y por cierto también Colombia y otros países Latinoamericanos, la Tradición de las Danzas Matachinas tiene ya varios cientos de años y aun cuando hay grupos de Danzas nuevos que se formaron este mismo año como la de “Divino Rostro” de la Calle Borrego, tenemos muchas muy antiguas que si bien no pude precisar la más vieja, algunas que se iniciaron allá por los treintas como la de “Rebote”, del “Tepeyac”, “Los Pieles Rojas de Santa Fé”, la de “Don Lino” del Huizache y la de “Los Indios” de la Santa María de la familia Valles pues éstas también tienen la particularidad de que son de grupos familiares que se pasan de generación a generación pero sin excluir a otras personas que pueden venir inclusive hasta desde “el otro lado” a bailar.

No cabe duda que la celebración del 12 de Diciembre a la Virgen de Guadalupe, una de las más importantes dentro de una serie de fiestas religiosas en México, es la que impulsa la tradición de las Danzas de Matachines a su máxima expresión y visitar ese día el atrio del Santuario a La Virgen, es en si una experiencia mística repleta de un paganismo innato que por nuestra sangre todos traemos adentro y de la profunda fe que “La Guadalupana” nos obsequia a nosotros su Pueblo.

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